Os voy a contar una emoción que he sentido varias veces en mi vida por razones parecidas. Creo de interés compartir y reflexionar sobre el tema: DESIGUALDAD.
En una ocasión estaba marchando del Nepal e India hacia Barcelona, y en pleno vuelo me emocioné, se humedecieron mis ojos. Habíamos conocido a una niña humilde que nos acompañaba y cantaba en nuestra visita por la ciudad, simplemente esperando una fruta, o una sonrisa. Era de una población cerca de Katmandú, Patam que fue azotada por un terremoto (7,9 grados) que terminó por destrozar toda esperanza.
La siguiente ocasión fue ayer en el metro, un joven sudamericano tocando una hermosa pieza en violín, en éstas una mujer delgadísima con sólo un brazo pidiendo alguna limosna. Cierto que las lecturas que estoy haciendo últimamente son muy de economía social, pero he creído conveniente compartir para reflexionar de manera racional este importante asunto del mundo.
Las diferencias matan (Therborn). Matan a los que sufren la desigualdad, los corazones todavía sensibles y crean, en la mayoría, una falsa normalización como si fuera lógico que existan. Es cierto que estamos en un mundo que se ha estructurado con unos mandando, dirigiendo, planificando, sometiendo, y otros sometidos obedeciendo y siendo maltratados. Incluso si admitimos como aceptable que somos diferentes, y que es normal que unos tengan más y otros menos, el desgarro que se está produciendo hace ulcerosa la realidad de la desigualdad. La globalización, en contra de la idea inicial de repartir la producción y extender las riquezas, sólo ha hecho que concentrar, ultracentrífugar las desigualdades.
¡No puede ser!, diría que no es realmente humano crear desigualdades como cimientos de la humanidad.
La desigualdad, las desigualdades no son sólo un tema de más o menos dólares (aunque está implicado), el espectro de la desigualdad alcanza la salud, educación, las oportunidades y esperanzas.
Seguiremos reflexionando
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