En Harvard hace años nació ,de las manos de William Ury, un concepto alrededor de la negociación eficaz que normalmente le llamamos win-win (yo gano, tu ganas). Se demostró, incluso matemáticamente (modelo Papakonstantinidis), que es mejor la ganancia compartida que el yo gano lo que puedo y los demás se espabilen. Es un principio eficiente y ético pues permite que uno gane pero respetando al otro, hay incluso incremento de ganancias.
Esta idea al extrapolarla a nivel gerencial y empresarial nos acerca al concepto win win a la cuarta o la búsqueda holística y equilibrada del beneficio de todos los diferentes stakeholders. Esencialmente estamos hablando de sociedad (personas), empresa y naturaleza, o en términos de desarrollo sostenible, economía, sociedad y medio ambiente.
El sentido de una empresa es el crecimiento económico eficiente que le garantiza margen y permanencia en el mercado, pero esto es como si a una persona sólo le preocupara respirar para vivir. Las organizaciones modernas recobran un sentido más potente si sumando a lo imprescindible, le añaden valor compartido para la sociedad y el medio ambiente. Esta trilogía enraiza a la empresa en su mundo y vincula a las personas que participan en ella con lo que es trascendente para todos.
Tiene sentido entonces, ¿verter residuos por negligencia o costes?. ¿Se justifican las inversiones especulativas que permiten ganar a un individuo de hoy para mañana sin haber generado ningún valor real?. ¿Las inversiones a corto en clientes que no permanecerán fieles, ni tan siquiera proporcionan un roi mínimo?, ¿los crecimientos basados en sobornos? ¿el coste oportunidad de gastos que sólo benefician de manera egoísta a unos pocos?. ¿Y un largo etc. que invade la ética política, del mundo empresarial y las posturas individualistas?.
No, no tienen sentido. Pero la realidad es que en la mente de la mayoría está la idea de que mientras yo gane el resto no importa. Es lo que aprendimos, lo que hemos visto en los viejos modelos de los que se han enriquecido sin escrúpulos. De hecho sigue viéndose en muchas ocasiones. Eso es una parte patológica del capitalismo decadente que hoy ya empieza a desplazarse lentamente. Los jóvenes querrán transparencia, como define J. Boschma en la generación Einstein, o tal y como se observa en la generación Y,… Aunque en entornos de poca oferta laboral que pudiera predisponer a mayor sumisión, realmente sólo se comprometerán y serán eficientes proporcionando su talento innovador en los nuevos entornos éticos y sostenibles.
Las modernas organizaciones que no quieren sólo justificarse mediante responsabilidad social corporativa (RSC) bien argumentada y publicitada por cualquier consultora, sino que quieren, de verdad, aportar valor compartido al triángulo economia, sociedad y medioambiente pueden tener más futuro.
No estamos definiendo unos ideales, sino evidencias demostradas en el mundo empresarial. El Instituto Gallup ya tiene demostrado que empleados más felices, son más eficientes. Nokia, y en muchas publicaciones relacionan formación y desarrollo competencial con compromiso e innovación. Se sabe que el compromiso es clave para el desarrollo empresarial, pero éste solo surge radiante en la confianza. Nadie se compromete de verdad si no puede confiar y esta íntima actitud nace de la coincidencia entre valores personales y del proyecto, de la coherencia, de la ética.
En los últimos tiempos he podido aprender de muchos profesionales de diferentes países, incluso de los que tienen rentas per cápita bajas, y al comparar la competitividad de los profesionales con otros que se encuentran en entornos políticos y sociales algo más democráticos y honrados te das cuenta que la diferencia está en el entorno (Richard Florida en "La Clase Creativa").
De la ética, deviene eficiencia y ésta se hace sostenibilidad, lo otro no tiene sentido.
Esta revolución basada en valores que transforma la RSC en crecimiento de valor compartido (Michael Porter), el yo gano por el win win, la despreocupación del crecimiento de los empleados por el coach hacia su plenitud, la desidia por la innovación, transformará productos, cadenas de productividad y valor en utilidades sostenibles integradas al medioambiente siguiendo los criterios de McDonough y Braungart (Cradle to Cradle) exigirá nuevos líderes, Líders integradores de valores y competencias: Líder Sigma .
El nuevo Líder sigma integrará en su religión el triple foco economia, sociedad y medio ambiente en una única luz para un mundo, por lo menos para nuestros hijos, algo mejor.
¡Actuemos!.
Reflexiones en ruta por México, El Salvador, Panamá, Costa Rica, Dominicana. Ene 2011.
Videos de William Ury
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